viernes, 29 de mayo de 2015

El desnivel simbólico



Se le acercó hasta la puerta de su domicilio. Él vivía en una barriada de obreros, de casas muy diminutas que habían prefabricado para las personas que no tenían posibles, ni apenas trabajo, y por decirlo de forma más clara: futuro.

Era una calle con un descenso pronunciado, la zona con anterioridad había estado sembrada con viñas, por lo que las rampas decrecientes en casi todo el perímetro era de más  amplitud que, lo que un paseo, te obliga a gastar. Sobre todo,  consumiendo el resuello de reserva.

Por tanto el  pollo que llevaba la bicicleta, tan solo tuvo que dejarse llevar por la inercia que resultan de las leyes físicas de la gravedad para deslizarse calle abajo.
Frente al número cuatro de la vía, aquel muchacho detuvo la marcha, colocando un pie entre  el neumático y el puente  del eje trasero de las ruedas. No tenia frenos aquel cacharro de color azul que conducía. Haciendo su alpargata de esparto de disco de contención, dejando allí aquel transporte detenido. Momento que ese pie sirvió además para resolver el teorema del equilibrio.


_ ¿Te llamas Paco Centeno?_ Preguntó el chaval_ Mientras cargaba el pedal del ligero vehículo, por si hubiere una salida prematura, colocando el pie ajustado y tenso para presionarlo en cuanto soltara el encargo en la mano  de aquel hombre y salir  perdiendo el culo.


El tipo que permanecía fumando frente al número cuatro de la calleja, no se imaginaba que se acercaba aquel pillo, para retornarle algo que era suyo, y que estaba dentro de un sobre cerrado.


Lo puso en guardia y al acecho, el detalle de quedarse justo frente a su puerta, lo desconcentró, mientras  aquello sucedía, calaba aquel cigarrillo sin boquilla que devoraba, hasta que el ciclista le preguntara por su nombre.


_¡Sí! Soy yo, y tú qué quieres, no te conozco de nada_. Ese impulso que hizo reaccionar a Paco, lo dejó titubeante entre la pared donde se apoyaba instantes antes;  y el bordillo del suelo, que separaba la acera de la zona rodada, intentando no llegar a tocar aquella bicicleta sin frenos y con pinta de haber sido afanada de cualquier sitio.
El pimpollo, le alargó un paquete cerrado de tamaño medio, con poco peso y atado con una cuerda fina de algodón, que le impedía poder desbaratar el contenido sin cierta dificultad, ni siquiera leerlo en un plisplás. Sus miradas se cruzaron analizando  si se conocían, o se habían visto en alguna otra ocasión. Sin éxito momentáneo.
Paco, tiró sin mirar la colilla que aguantaba casi quemándose los dedos de la mano izquierda, con lo que el detrito humeante de tabaco salió sin dirección ajustada, en sentido contrario. Recogiendo la entrega certificada en mano.


_ No hay duda_ dijo el chavalín_,  Eres Paco. Me mandan que te entregue esto que es tuyo y te diga, que eres un pardillo. Aquel pedal cargado, fue presionado súbito y sin preámbulo por el mozo, con tanto brío y fuerza que la bicicleta salió de estampida.
Usó la pierna que ya tenía dispuesta desde que se había detenido, saliendo como alma que se lleva el demonio, quedándose Paco, con el sobre amorronado, comenzando a quitar aquella "guita" todo lo deprisa que podía viendo como el mozo desaparecía calle abajo y a la vez boceando para que alguien  detuviera aquella bicicleta.


En pocos segundos no se veía ni al mozalbete, ni a la bicicleta azul y Paco, ya tenía la cuerda fina de algodón y los trozos del  paquete destrozados, en el suelo.
Una billetera contenía el sobre, y junto a ella , adjunto un escrito, escueto y simple. Un mensaje para el propio Paco, que antes de leerla la reconoció como de su propiedad.

_ ¡Coño, es mi cartera! ¡Me la habían robado! Ni cuenta me había dado_ pensó mientras se disponía a leer la nota. Al desplegar la hoja del mensaje leyó:

¡Eres un desgraciado!  Te devuelvo la cartera que te hurtamos, perdona te confundimos. Creíamos llevabas dinero y nos has dado mucha pena.
Te la retornamos completa  ¡Ahí la tienes!, documentos incluidos y veinte euros de regalo por las molestias.


1 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno. Besitos Nikitta.

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